La economía colaborativa es una nueva tendencia económica que empieza a ganar terreno en ciudades de todo el mundo. Esta estructura surge cuando los ciudadanos consideran que la propiedad de los productos no satisface sus necesidades adecuadamente.
Existen casos en los que se requiere el empleo de un artículo, sin que sea necesario adquirirlo de manera permanente. Así, esta nueva clase de economía ofrece una forma distinta de operaciones comerciales más eficientes y beneficiosas para todos los involucrados.
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La economía compartida, como también se le conoce, consiste en el proceso de compartir los recursos materiales e intelectuales, buscando el beneficio común entre los implicados, la sociedad y el medio ambiente. Esto incluye el consumo de bienes y servicios, producción, almacenamiento y distribución.
Todas las operaciones comerciales conocidas pueden trasladarse al sistema colaborativo gracias a la participación de las personas en una comunidad. Al compartir los bienes, los usuarios tienen la oportunidad de efectuar sus actividades sin la necesidad de efectuar compras excesivas, tardadas e innecesarias.
Los contenidos con libre derecho de distribución son un ejemplo de productos en favor de la economía colaborativa. Existen comunidades en línea en los que se comparte información, código, ensayos, diseños y otras obras que pueden emplearse gratuitamente, para el provecho de todos sus miembros.
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Los ciudadanos que deciden compartir un auto para minimizar el empleo de combustible, o que ponen en renta una habitación libre en sus hogares, promueven también este tipo de sistema. De esta forma, quienes requieren este tipo de artículos pueden obtenerlos de las personas que los tienen en disponibilidad, sin necesidad de realizar mayores gastos.
Actualmente, los medios tecnológicos han abierto la puerta a los sistemas de economía compartida. Gracias a ellos, es posible la interacción entre personas con residencias distantes, incrementando la oportunidad de participación en estos servicios. Así, se facilita el desarrollo de productos en conjunto, se agilizan las transacciones necesarias y se simplifica su distribución.
La compra-venta de productos en línea en compañías como eBay, es un ejemplo de los factores que dieron inicio a esta tendencia por tratarse de ventas entre particulares, aunque en estos casos existe una empresa como intermediario.
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Los protagonistas, en este nuevo modelo, son los consumidores. Los miembros de la sociedad contribuyen activamente para generarse beneficios financieros. La venta de artículos deja de ser una prioridad, pues se busca más el acceso a los productos que su posesión permanente.
Por supuesto, esto no significa un declive en las ventas comerciales en general, sino se trata de una manera en la que los individuos pueden organizar de manera más eficiente sus finanzas personales. Incluso las compañías están involucrándose en este sistema mediante la renta de almacenes, oficinas o maquinaria que no están empleando.
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Esto promueve el empleo más eficiente de los recursos, no solo monetarios, sino también materiales y humanos. El re-uso y el empleo compartido disminuyen la cantidad de desperdicios, propiciando un mínimo, o nulo, impacto ambiental. Esta nueva conciencia social proporciona mayor valor a las actitudes de compartir y colaborar en una comunidad.
Aunque aún se está empezando a popularizar este sistema, la economía colaborativa tiene un gran potencial para fortalecer los lazos personales y las estrategias financieras en conjunto dentro de la sociedad.
