¿Qué significa ser deudor de buena fe, en el procedimiento de la segunda oportunidad?

Qué significa ser deudor de buena fe, en el procedimiento de la segunda oportunidad
Qué significa ser deudor de buena fe, en el procedimiento de la segunda oportunidad
Foto de Andrea Piacquadio en Pexels

Todos creemos ser personas de buena fe. El deudor de buena fe, en especial, siempre cree que no ha cumplido con sus obligaciones debido a una muy amplia variedad de razones, entre las que no se encuentra por supuesto, la mala fe.

Entonces te preguntarás: ¿tiene alguna importancia ser o no ser deudor de buena fe en el procedimiento de la segunda oportunidad? La respuesta es SI. A riesgo de espoilear el contenido del artículo, te cuento que ser deudor de buena fe, tiene una importancia definitiva a la hora de acceder a los beneficios de la ley de segunda oportunidad.

De hecho, únicamente los deudores de buena fe tienen la posibilidad de obtener los beneficios del procedimiento de la segunda oportunidad. Hasta aquí, seguro la respuesta te tranquiliza.

No te anticipes. Regresando al inicio de este texto, “todos creemos ser personas de buena fe. Todos somos un deudor de buena fe”. El problema es que no basta parecerlo o creer serlo. Hay que demostrarlo. ¿Cómo?

¿Qué es un deudor de buena fe?

Para el hombre de la calle, aquel que no es abogado y nunca se ha visto envuelto en un proceso jurídico, el criterio para determinar la buena o la mala fe, no es otro que la intención.

Así, un deudor de buena fe es aquel que ha tenido la mejor intención para pagar sus deudas, y ha hecho todos los esfuerzos para lograrlo, pero las cosas no le han salido como esperaba y no ha podido satisfacer las demandas de sus acreedores.

Pero sobre todo, el deudor de buena fe, para el hombre de la calle, es aquel que nunca, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia, tuvo la intención de quedarse con el dinero que le correspondía a su acreedor.

Es un razonamiento lógico, y, aquí entre nos, esa debería ser la premisa para demostrar o no la buena fe. Sin embargo, en la práctica eso es imposible. En la vida real, la buena fe es un concepto jurídico. Un concepto jurídico que, para ser demostrado, exige el cumplimiento de requisitos muy puntuales:

El deudor de buena fe, lo es por eventos fortuitos

El Juez, admitirá en el procedimiento de la segunda oportunidad, a los deudores que según su criterio – el del Juez -, incurran en un incumplimiento a sus acreedores, por causas atribuibles a la mala suerte o el infortunio. Es, palabras más palabras menos, el mismo precepto que utiliza el hombre de la calle de nuestra historia, para calificar la buena o mala fe. La diferencia es que este es apenas el primer requisito. Hay más:

No haber sido condenado por delitos contra el patrimonio durante los diez años anteriores a la declaración del concurso

Esto incluye delitos contra el orden socioeconómico, contra los derechos de los trabajadores, contra la Seguridad Social y la Hacienda Pública, y por supuesto, contra el patrimonio.

En el caso de que el deudor sea acusado en un proceso, por alguno de los delitos mencionados, y no hubiese sentencia firme, el Juez del concurso aplazará su decisión sobre la buena fe, hasta que se falle el proceso penal en contra del deudor.

No haber sido beneficiario del procedimiento de segunda oportunidad en los diez años anteriores a la declaración del concurso

El legislador considera que la ley de segunda oportunidad no puede convertirse en un salvavidas recurrente para quienes no pueden o no quieren pagar sus obligaciones financieras.

Celebrar o intentar celebrar acuerdos extrajudiciales con los acreedores

El legislador y el Juez, consideran que una persona que propone condiciones y formas de pago, e intenta llegar a un acuerdo con sus acreedores, demuestra buena disposición y, en última instancia, buena fe.

No adquirir nuevas deudas durante el proceso concursal

El deudor se obliga a no contraer nuevos créditos, lo cual iría en contra de uno de los propósitos esenciales de la Ley, que es no incrementar los pasivos. Por el contrario, se negocia con acreedores para pagar esas obligaciones y llegar a un nivel de solvencia adecuado. Especialmente, el uso de tarjetas de crédito, en el procedimiento concursal, es una práctica prohibida. Es por ello que los abogados recomendamos a nuestros clientes entregar o destruir sus tarjetas, una vez iniciado el procedimiento concursal.

No rechazar un empleo adecuado en los cuatro años anteriores al concurso

El deudor de buena fe quiere trabajar y con su salario o sus honorarios, contribuir al pago de sus obligaciones. No se entendería que un deudor de buena fe, rechace un empleo para el que está capacitado, y con el que podría aportar recursos al concurso.

Aceptar que la exoneración de deudas se publique en el Registro Público Concursal

Este registro estará disponible para ser consultado por cualquier persona, por un periodo mínimo de cinco años.

Estos son los requisitos para que el Juez considere que un deudor es deudor de buena fe, por lo menos para iniciar y tramitar el procedimiento de la segunda oportunidad. Sin embargo, se trata de un proceso continuo que, incluso en el último momento, puede revertirse y hacer que el deudor no sea considerado de buena fe.

Esto ocurre cuando el deudor es declarado culpable en el concurso. Sucede porque el Juez considera que la insolvencia es fraudulenta y que el deudor proyectó obtener muchos créditos, que pensó no pagar, y que destinó a fines diferentes a los que argumento para obtenerlos.

Bien. Ahora que conoces todos los requisitos ¿sigues considerándote un deudor de buena fe? Nos gustaría conocer tus comentarios y que seas uno más de los suscriptores de nuestro Newsletter.

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