¿Cuándo fue la última vez que usaste ese taladro que tienes en casa? ¿Has pensado alguna vez que tu coche se pasa más del 95% del tiempo estacionado y el dinero que eso cuesta? ¿Y ese vestido que sólo has usado en una boda? Y mejor no hablar de la ropa y los juguetes de los niños.
Hemos sido hiperconsumidores, acumuladores sin sentido ni límite. Nos explicaba Clemente Álvarez en su blog que se estima que tenemos entre 3.000 y 4.000 objetos en nuestros hogares, 15 veces más que nuestros abuelos. ¿Podemos hacerlo mejor y entender que el acceso a las cosas es mejor que su propiedad y su acumulación?
«Algún día miraremos al siglo XX y nos preguntaremos por qué poseíamos tantas cosas». Con esta frase comenzaba un reportaje en la revista TIME que incluyó el consumo colaborativo como una de las 10 ideas que van a cambiar el mundo.
El consumo colaborativo se puede definir como la manera tradicional de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar redefinida por las nuevas tecnologías y las comunidades que se crean. En definitiva los ciudadanos, conectados, se están organizando e intercambiando información para consumir, educarse, divertirse, viajar, financiarse, de manera conjunta, horizontal, directa y a menor escala.
Para entenderlo nada mejor que revisar algunos servicios de consumo colaborativo que ya existen en España:
- Sistemas de bicicleta pública (como el Bicing en Barcelona). En este Google maps puedes consultar los servicios que se ofrecen por toda España.
- Trayectos compartidos en coche, que buscan llenar los asientos vacíos con pasajeros que comparten recorrido. Permite compartir gastos y conocer a nueva gente. Los mayores operadores en Europa son Blablacar (con 3 millones de usuarios) y Carpooling (con 4 millones). En España también destaca Amovens. Estos servicios ya se han convertido en competidores directos para autobuses y trenes en recorridos de media distancia, y desplazan a más de 2 millones de usuarios al mes.
- Alquiler de coche entre particulares con un seguro adecuado medianteSocialCar.
- Dentro de mi «tribu de confianza», que incluye a familia, compañeros de trabajo, del club, vecinos, puedo organizarme para compartir aquello que alguien ya ha comprado pero usa poco. Se puede utilizar ShareTribe oObsso por ejemplo.
- Los niños crecen, la ropa por desgracia no. Pero la verdad es que otro niño sí puede reaprovecharla. En España ya hay más de 10 empresas que ofrecen alternativas de consumo colaborativo para los peques.
- Turismo. Mediante Couchsurfing (que es gratuito) o Airbnb (de pago) es muy simple viajar y alojarse en casa de desconocidos en cualquier lugar del mundo. También se puede encontrar fácilmente con quien compartir actividades (Trip4real o Sherpandipity)
En resumen el consumo colaborativo se presenta como el último ejemplo del valor de internet para los consumidores. Este modelo emergente empieza a ser suficientemente grande y disruptivo como para que los organismos reguladores y las empresas hayan tomado conciencia de ello. Como concluyó la revista The Economist un artículo que le dedicó: «it’s time to start caring about sharing», es decir, ya es hora de empezar a preocuparse por compartir.